ayer una de las películas que vi (que no me gustó) me hizo reflexionar sobre un aspecto que no tenía muy claro, aunque lo venía sospechando. Es sobre mi supuesta independencia, autosuficiencia e inteligencia superior.
En resumen, me di cuenta que hay muchas cosas que de chico uno percibe, porque para eso está hecho el ser humano, para percibir, pero de ahí a comprender hay mucha distancia... sobretodo cuando uno es "independiente y seguro" y nadie se toma la molestia de explicar las cosas como son realmente.
Es cierto que hay cosas que uno comprende "de grande", pero si el niño no es ayudado a digerir los procesos que vive en su entorno, sobretodo la familia, lo único que se consigue es arrastrar taras inconscientes que terminan manifestándose de mala manera, sea con conductas evasivas, rebeldes, o aún violentas.
La familia perfecta, obvio, se queja. ¿Pero es esa familia perfecta capaz de asumir las cosas que hace y dice? ¿es cada persona capaz de mirar un poquito más allá de su propio orgullo y comodidad, y darse cuenta que el otro está viviendo las cosas igual de difícil?
No miramos al otro porque en realidad no queremos mirar nuestro propio dolor, no queremos sentir nuestra pena, ni queremos que esta pena remueva la pena de ayer o de hace años o de hace siglos.
Preferimos quedarnos callados, actuando como si nada hubiera pasado, "olvidando", cuando en realidad lo único que hacemos es POSTERGAR.
Los rencores están ahí, los tengo yo, los tienes tú, y por más que finjamos siempre van a salir a flote, porque son sólo cosas postergadas...
Y no basta con contarlo todo. No basta con saberlo todo. Y menos con llorarlo todo. Hay que despegarse de la culpa, ¿la mía?, ¿la tuya?... sólo inventos.
Hay que llegar al perdón. El perdón no es silencio ni olvido, el perdón es saber que tú sufriste, que yo sufrí, que nuestro error dejó huella, pero a pesar de ese error te permito seguir adelante, y me permito seguir adelante. Saber, y tener presente, que ese error que cometimos es parte de nuestras vidas, y a pesar del daño que nos causamos, somos capaces de mirarnos a la cara sin reproches, sin cinismo, sin repentinos y extraños arranques de mal humor.
Yo trato de pisar tierra casi todo el día, a veces resulta. Trato de mantener mi corazón abierto, a veces resulta. Trato de convencerme de que podemos respetarnos a nosotros mismos.
El Efecto de la Música
- Incidencia del estudio musical en diversas áreas del desarrollo infantil, investigación por G. Huároc, L. Huincamán, D. Jimeno, A. Soto y P. Torrealba.
- Documento completo (pdf, 922 Kb)
- Extracto (pdf, 414 Kb)
miércoles, mayo 03, 2006
Un rollo
Tecleó Gabriel a las 12:23 p.m. Atajos : Tortícolis
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