El Efecto de la Música

  • Incidencia del estudio musical en diversas áreas del desarrollo infantil, investigación por G. Huároc, L. Huincamán, D. Jimeno, A. Soto y P. Torrealba.
  • Documento completo (pdf, 922 Kb)
  • Extracto (pdf, 414 Kb)

martes, enero 01, 2008

¿Tu paranoia o la mía?

La frase que escribí en mi saludo de fin de año no es una ocurrencia hippie ni jungiana ni nada de nada. Es simplemente un desafío a cada uno de los que la recibieron, y a mí mismo. El tener una experiencia constructiva no es una ocurrencia pasiva, pues nada es constructivo si no lo decido así.
El 2007 ha sido un buen año para mi propia coherencia. Coherencia que me esfuerzo en mantener día a día, y que trato de proyectar a través de este blog, pues todos mis otros yo habitan en mí, y cada uno de ellos es sólo una mirada incompleta de todo lo que puedo ser.


El tema de la coherencia además es algo que me ha venido preocupando desde muy chico, mucho antes de conocer el concepto como tal, en mi constante lucha de verdades y mentiras, de realidades y suposiciones, de anhelos y realizaciones.
Hace unos días, mientras limpiaba mi página en jeositis, me encontré con un ensayo que hice en Guayaquil en 1997, en el que defiendo la espiritualidad como parte del quehacer del ser humano completo. Eso, porque en Trujillo ya había estado un tiempo en la MFU y había validado algunas de mis intuiciones de siempre. Revisando el contenido, noté que ya en esa época tenía muy claro el concepto de coherencia como necesidad y como parte del quehacer cotidiano. Y claro, parte de mi quehacer en Guayaquil fue tratar de conciliar mis facetas en una personalidad constante, fuera en los negocios internacionales, en la música, en la disco, en la calle, o donde estuviera.
El tema no pasa por ser "fulanito de tal" y mucho menos "el profesional fulanito de tal". El tema pasa por ser la misma persona, con el mismo cerebro, los mismos criterios, los mismos valores, los mismos afectos (o desafectos) en todo momento, aunque ellos se expresen de diversas formas. Ello porque en un punto de mi niñez noté que había que guardar ciertas normas pero sólo en determinadas condiciones, portarse así aquí, y portarse asá allá. Como ya tenía mucho de esto en casa, cualquier hipocresía fuera de casa era el colmo de los colmos, así que me cansé y no hice caso.
Claro que he tenido buena estrella. En muchas partes de este mundo, los otros esperan que uno cumpla roles sólo por el color de la piel o el tamaño de la panza, o la esquina donde queda tu casa. Casi nunca cumplí mucho esas cosas, pues me inculcaron muy bien aquello de que todos somos iguales y que vales más por lo que sabes y haces que por lo que tienes.
Hasta que volví a Lima en el 2000. Ahí descubrí que la ciudad es un gran ghetto, donde se señalan y camuflan miles de especies, donde eres clasificable por mil y un categorías, y donde una pose vale más que una convicción. Tuve muchas discusiones, la mayoría suaves, con gente que no podía dejar de portarse así aquí y asá allá, y tuve que armar mi pequeño ghetto de gente que no viviera bajo esas condicionantes.
Poco a poco el ghetto se fue disolviendo, pues muchos anhelaban encajar en el gran ghetto, otros buscaban ghettos más cosmopolitas, y algunos necesitábamos ghettos más especializados. Y noté que en realidad vamos circulando por grupos humanos que nos reflejan, en nuestras grandezas, en nuestros anhelos, y también en nuestros temores, mentiras, evasiones, etc etc. Pero sobretodo noté que en realidad nunca dejamos de estar en un ghetto.
Hace algo más de un año, una mujer que recién conocía -y que hoy considero una gran amiga- me decía algunas antiguas verdades: sólo podemos notar aquello que ya conocemos, y aquello que nos repulsa en otros es lo que no aceptamos de nosotros mismos. Yo completaría hoy que aquello que nos atrae es lo que menos cambio nos exige. Simple naturaleza humana.
Trato de ser quien soy, tratando a los demás como desearía que me trataran, tomando nota de cuáles situaciones exaltan mis demonios y cuáles liberan mis dulzuras, no para ser perfecto, si no sólo para saber y mostrar que sigo siendo la misma persona, aquí y allá, así y asá.

1 comentario:

Mi Chebas dijo...

Comenzamos el 2008 filosóficos?

Yo lo llamo escencia y alguna vez me reclamaron haberla perdido(habrán ghettos de una persona?)

En gringolandia no soy tan nerd