Te recuerdo más de lo que recomienda el médico. Aunque una noche, mucho después de tu adiós, decidí olvidarte. Te recuerdo a cada instante, y me sorprendo evocando tus miradas, tus gestos, reviviendo cada milisegundo cerca de tu piel, y las tantas maravillas que despertaron en mi ser estando a tu lado. Nunca vi tantos colores, ni sentí tantos aromas, tantas temperaturas, nunca vi el brillo de las estrellas, los matices de la noche, el canturreo del viento, sino hasta que mi alma se llenó de ti.
Me acostumbré a hacerte mi cómplice, aunque no quieras saberlo, y cada gesto es una copia de tus gestos, cada novedad es una sorpresa para ambos, cada nuevo paso está dedicado a ti. Estás conmigo en la almohada, en la ducha, en la calle, en la comida, en la música, en la luz, en la ropa, en la risa infantil, al filo de la vereda, en las esperas, en las prisas, entre hoja y hoja, entre ramas y sol, entre brisa y piel.
Hay tanto que te quise dar, y que compartiría contigo por siempre, tanto que hubiera querido comprender si los momentos hubieran sido nuestros, tanto que te quise dedicar.
No sé si tus luminosas sombras alcancen para cubrir una gota de mí, ni si tantos mares dejen un suspiro mío cerca tuyo. Sólo sé que te extraño, mucho, todos los días, tanto que acabo de pasar tres horas perdiéndome en retazos tuyos, tratando de creer que son nuestros.
1 comentario:
Aaay, todo pasa, tiempo al tiempo.
Abrazos
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