El Efecto de la Música

  • Incidencia del estudio musical en diversas áreas del desarrollo infantil, investigación por G. Huároc, L. Huincamán, D. Jimeno, A. Soto y P. Torrealba.
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domingo, diciembre 30, 2007

Jugando al papá

Del mismo modo que no me deprimiré si me entero que nunca iré a Egipto, ser padre no está en mis urgencias cercanas. Eso, considerando que me encantan los peques.

Ayer pasé varias horas con Florencia, mi sobrina de 6 meses, y obviamente con sus padres. Mucho rato de tenerla en brazos, hablándole, jugueteándole, pronunciándole palabras dificilísimas -como mi nombre-, ayudándola a afirmar su postura de pie, y a comprender la secuencia "estando sentada veo un juguete un poco lejos y hago una pirueta para quedar echada boca abajo y alcanzarlo". Eso por un lado, porque lo más genial es que te mire a los ojos con esos ojazos café y te mueva las cejas y te sonría mostrando todititos los dientes que algún día tendrá.

En verdad uno cuando ve niños cercanos los ve por ratitos, y claro, uno sabe que primero se aprende a sostenerse sentado, luego a pararse, y en algún momento caminar, pero personalmente nunca me había fijado mucho en las complejas habilidades motrices que hay que ir ganando antes de cumplir un año.

Flore todavía no se sostiene con las piernas estiradas, apenas toca el piso como ballerina y se impulsa hacia arriba levemente. Tampoco logra levantar el biberón del todo, aunque sí sabe ponerse de lado para conseguir buen ángulo y lograr empujarse toda la leche. Por ahora prefiere escuchar con mucha atención y los ojazos bien abiertos, aunque de rato en rato balbucea con entonación tan clara que hace sospechar que ya podría conversar. Ah, y sabe rugir como león, pero no abusa de ello. Es una suerte que sus padres se preocupen de estimularla adecuadamente. Ahora sé que esa suerte no es muy común, que los bebés suelen ser como una cartera para muchas madres, o como un mueble para muchos padres.

Y bueno, yo fui puro pregunta. Que cuánto duerme -ya duerme toda la noche-, cuánto come -en su dieta hay unas 15 opciones-, cuánto caga -¡ya hace mojoncitos!-, y etc etc, claro que no hay nada mejor que la observación directa. En su bautizo, que fue hace un par de semanas, pude ver que es bastante tranquila. Margarita (la mamá) me cuenta que ya fueron al teatro y se portó súper, y que efectivamente es mucho más tranqui que sus brujitas coetáneas, hijas de dos amigas cercanas de los primos, la una un mes mayor y la otra un mes menor, y digo brujitas porque sospecho que es un aquelarre camuflado.

Supongo que lo tranqui tendrá que ver con algún gen en común, pues yo también solía ser tranqui según me han contado -aunque tan loro que soltaba las yayas familiares en los momentos menos adecuados. En todo caso ya me pometieron lleevarla a un concierto mío, porque saben que se portará bien. Ojalá le dure, porque según Juan Carlos la peque anda un poco hiper desde que le llevó una pelotita muy masticable que consiguió en una de las clínicas donde trabaja.

Y la Florita ya estuvo en Lima y conoció a los abuelos y tíos y primos y hasta le pasaron el huevo y le pusieron huayruro por la tonelada de gente que tuvo que aguantar. Y ayer pasé con ellos mañana y tarde, con un superalmuerzo con traguito de entrada y café de salida, y mucha conversa.

Y por la noche, fui a Manantiales a la actividad de fin de año del Movimiento Humanista, que estuvo muy concurrida, vi a varias personas conocidas y pude saludar a algunos del CdlC -con quienes no pude hacer nada el 2007-, y hasta pude ver de cerca a Tomás Hirsch y a Silo. Estuvo simpático, conversamos haaaarto, tragamos a más no poder, disfrutando aire limpio, cielo repleto de estrellas, y un par de actividades de buenos deseos.

Fui con Pablo y familia, y desde la ida me tocó vigilar el sueño de la peque, que ya tiene 5 años, pero la vuelta fue realmente memorable: durante los cuarenta minutos de retorno llevé a la izquierda al peque de 4, bien abrazado para que no se quiñe, y desparramada sobre mí a la otra. A mitad de camino ya iba con todo adormecido y sintiéndome como papá oso al horno. Ahí comprendí la cojuda e inmensa chamba que era llevarme y traerme para mi madre. Recordé también que he dormido sosteniendo más peso, y viceversa -los sueños menos profundos y a la vez más plácidos de mi vida-, así que me olvidé del peso y me concentré en que ninguno se desparramara bajo el asiento.

Llegué con el cuerpo hecho trapo, pero con una sensación de estar lleno de energía, tanto que me puse a cantar en las 6 cuadras hasta mi casa.

3 comentarios:

Mi Chebas dijo...

Se nota que serás un gran padre (no hay que ponerle apuro tampoco).

Un secretito: Las etapas en el desarrollo de la psicomotricidad gruesa las marcan definitivamente cada bebé. Si finalmente por la urgencia les apuramos el gateo -por ejemplo- luego esto repercute mas grande cuando aprenden a cortar con tijeras.

FELIZ AÑO 2008 GABO!

Dragón del 96 dijo...

Yo siempre fui negado a los niños, pero cuando mi sobrino nacio, la vida me la cambio como si fuera el padre. Una experiencia genial...

Slaudos.

PasajeraEnTransito dijo...

que lindo leerte!, yo jamas de los jamases me planteee la idea de ser madre. Fue totalmente una idea tque mio amore trabajo desde que me conocio y aqui estoy por suerte, aunq con algunos contratiempos, disfrutando mi embarazo.

En gringolandia no soy tan nerd