El Efecto de la Música

  • Incidencia del estudio musical en diversas áreas del desarrollo infantil, investigación por G. Huároc, L. Huincamán, D. Jimeno, A. Soto y P. Torrealba.
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lunes, diciembre 01, 2008

Susurrante Croft

El miércoles pasado subí al podcast de este blog el aria From celestial seats descending del oratorio Hercules de G. Händel, de la grabación hecha por Mark Minkowski en 2002, en la que el tenor Richard Croft interpreta a Hyllus, el hijo de Hércules. 
Si hay algo que se admira universalmente en un cantante, es el saber "colorear" la voz, es decir modificar la voz en timbre, volumen, resonancia, de acuerdo a lo que la obra pide: inflexiones de texto, emociones que se transmiten, características de determinada sección de la música. Esto está muy emparentado con el "fraseo" en el canto. A más de un gran cantante se le ha reprochado no tener estas habilidades muy desarrolladas y, por el contrario, otros cantantes se han ganado un lugar en la historia gracias a su "paleta de colores". Nuestro JDF por ejemplo, entre otras habilidades tiene unos fraseos tan colorísticos que es muy difícil no conmoverse con cualquier cosa que haga. 
Richard Croft, a quien ya les he presentado, es capaz de aprovechar elegantemente su voz, ágil pero no del todo ligera, con un sonido intenso y oscuro (para él) en los graves, un centro dúctil y elegante, y unos agudos bien hechos. En algunas críticas lo consideran "viril", tal vez se refieren a que generalmente el tenor ágil es muy ligero, o que en el repertorio barroco durante varias décadas se cometió la brutalidad de usar voces de sonido infantil. 
Ahí queda la versión, que sobretodo en el da capo (repetición de la primera sección) es un susurro que no pierde la calidad lírica, una clase magistral de interpretación. Si quiere saber más, ¡use Google!

From celestial seats descending 
joys divine awhile suspending 
gods have left their heav'n above 
to taste the sweeter heav'n of love. 
Cease my passion then to blame, 
cease to scorn a godlike flame. 

Desde los celestiales tronos, descendiendo, 
y mientras suspenden los gozos divinos, 
los dioses han dejado su paraíso de arriba 
para probar el más dulce paraíso del amor. 
Cesad, pues, de culpar a mi pasión, 
cesad de despreciar un fuego como el de los dioses.

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